A GENTLEMAN IN MOSCOW - AMOR TOWLES

Las mujeres embarazadas somos algo muy peligroso, las hormonas dicen, y somos capaces de las mayores atrocidades, como por ejemplo llamar Amor (así, en castellano) a un señor americano, de Boston para más señas. Y no, el idioma no excusa, desde que Nat King Cole decidió hacer versiones en castellano, no hay gringo que no sepa decir "besame muchou", "ansiedat" o "amoor". Para mi que fueron las hormonas y los años 60, que habia muchas drogas. 

Por lo que fuera al hombre le jodieron la vida y no le quedó mas salida que ponerse a escribir, con ese nombre no iba a ser vendedor de seguros. 

He leído sus tres obras publicadas, con diferente éxito, pero esta.... No voy a decir que me haya espantado, son 540 páginas y le sobran 200. Una cosa es describir al personaje y otra muy distinta diseccionarlo, que es lo que hace el amigo Amor con el conde Rostov y el resto de personajes. 

La historia es bonita, da para un peliculón de esos que los que me conocen saben que jamás vería. Comienza justo tras la Revolución Rusa en la que condenan al Conde Rostov, por aristócrata asqueroso, a arresto domiciliario nada menos que en el Hotel Metropol, claro, porque los alegres bolcheviques eran muy dados a eso, a condenar a aristócratas a languidecer en hoteles de 5 estrellas.  A eso se les llama joderles la vida pero bien. Al final va a resultar que lo de Siberia era una leyenda urbana. 

En contar esto el autor se lleva 100 páginas, en las que describe todo con todo lujo de detalles, y cuando digo todo, me quedo corta. Pero cuando ya estás a punto de mandar el libro a la porra, zas, sucede algo inesperado y le das un poco de cuartelillo. Y así, alternando descripciones tediosas con repentinos giros argumentales, te vas metiendo en la vida del Conde y sus aventuras sin abandonar ni un momento el Hotel Metropol. 

Al final resulta entretenido, aunque echo en falta mayor contexto histórico. Lo dicho, más que una revolución, parece que en Rusia hubo un pequeño malentendido.  No es un gran libro, pero tampoco te quedas con la sensación de que te han robado dos semanas de tu vida, que ya es mucho decir. 

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