EL SECRETO - DONNA TART

Dios mio, llévame pronto. Fue el primer pensamiento que me asaltó después de terminar este libro.  No es que sea largo, que lo es, mucho. Es pedante, deslabazado, aburrido, con personajes que son a la vez monótonos e intensos, que mira que es difícil.  A la autora, que ha escrito tres libros con un intervalo de 10 años, le preguntaron porqué tanto tiempo. Fácil: terapia intensiva en un centro con habitaciones acolchadas con cada uno que termina. 

En este caso se cuenta la historia de unos estudiantes pijos en una universidad elitista del noreste de Estados Unidos.  En concreto de cinco amigos que estudian griego, algo evidentemente tan demandado que el profesor que lo imparte se permite elegir a los estudiantes y limitar su número. Además no rinde cuentas ni explicaciones al resto del claustro. Todo muy plausible. 

Dentro de este ambiente de secta, fruto del aburrimiento mortal y de la cantidad ingente de drogas y alcohol que consumen, deciden cargarse a uno de ellos, más pesado que los demás. Esto no es un spoiler, te lo cuentan en la primera frase y claro, te emocionas: un thriller académico, que interesante. Pues no, a partir de esa frase la autora desbarra, en un devenir leeeeeeeento, del porqué, las consecuencias del porqué, por que el como y el quién ya los conocemos. Y la moza habla y habla y habla sobre filosofía griega (mucho), sobre los personajes (mucho más aún) y sobre todo sobre alcohol y drogas, una barbaridad lo que sabe esta chica del tema. En serio, o tuvo una juventud muy, pero que muy azarosa, o es licenciada en farmacia. Vamos que en las Barranquillas no desentonaría nada. 

Y así a lo tonto entre resacas y disertaciones pues se da cuenta de que se ha ventilado casi 500 páginas y aun no ha resuelto nada. O también puede ser que se le haya acabado el whisky y así a pelo no se vea capaz de seguir. En cualquier caso la novela la remata en 20 páginas, de un modo chapucero, no diré inconsistente porque eso sería reconocer consistencia previa en la novela, y eso si que no. 

En fin, que para poder terminar el libro y a falta de mezclas más potentes, me he preparado cócteles con el Dalsy de los niños y el Eau Savage de mi marido. Y ni por esas. Pero está claro que soy yo. Este libro está en todas las listas de obras que leer antes de morir (de ahi mi solicitud de que Dios se me lleve pronto), y a la autora le han dado el Pulitzer. ¿Será que se otorga como el Planeta en España?

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