Es la historia de una chiquilla de 18 años, rebelde porque el mundo me ha hecho así que se convierte así, como quien no quiere la cosa, en heroína de la Resistencia. Y chirría, mucho, por varios motivos. Para empezar su ingreso en la resistencia, así, como quien se apunta al club social de la parroquia. Una resistencia que no duda en asignarle misiones cada vez más complicadas, que ella cumple con desparpajo adolescente, sin dudar en mostrar su desprecio a los nazis que ocupan el pueblo, y estos, siendo de natural dócil y benévolo, lo dejan pasar sin tomar represalia alguna.
En un momento dado, cuando nuestra protagonista ha alcanzado la madura edad de 20 años, se presenta voluntaria para llevar hasta España a los aviadores aliados derribados en territorio francés, lógicamente atravesando los Pirineos. Vamos, lo que viene siendo un paseo por el campo. Y lo hace, así, sin entrenar ni nada, a pie, montaña arriba Y EN ALPARGATAS, chúpate la mandarina, que es, según la autora, el calzado que los montañeros vascos usan en sus escaladas porque todo el mundo conoce del poder adherente del esparto, asi como su impermeabilidad.
A todo esto, como la de la travesia pirenaica se ha convertido en algo habitual, la moza se busca un nombre en clave que pronto se convierte en la pesadilla de los nazis. Se hace llamar "el Ruiseñor", que es exactamente su apellido. Vamos, una maestra del disfraz y el camuflage.
Y, oh, sorpresa, la trincan, y de verdad que aquí es cuando el lector se queda ojiplático, porque a ver, como vas a imaginar que los nazis sean capaz de detectar una trama para ayudar a escapar aviadores a través de los Pirineos cuando toda la operación la comanda una adolescente, si los nazis son tontos. Pero la trincan y la torturan, pero ella no dice ni Pamplona, y en esto aparece su padre, que la había echado de casa y no le dirigía la palabra pero en realidad la quería un montonazo, y dice que el "Ruiseñor" es él y claro, los nazis se lo creen porque al fin y al cabo es su apellido, así que lo fusilan y a ella la largan a un campo de concentración que es la única parte creíble de todo el libro.
En paralelo te cuentan la historia de la hermana Vianne, pacata, cobardica y aburrida, que cuando su marido se va a la guerra, se queda llorando por las esquinas cuidando de su hija y en compañía de su mejor amiga que es judía, que era necesario en una trama de la IIGM. Tiene que alojar a un nazi guapete muy educado con el que acaba habiendo una tensión sexual no resuelta, pero le da igual, al final le da matarile para salvar la vida a su hermana, que está en casa escondida entre "travesías".
A su amiga judia se la llevan a un campo de concentración y Vianne se queda con su hijo, le cambia el nombre y dice a todo el pueblo que es el hijo de su cuñada. Y todo el mundo se lo cree, porque aunque al niño lo conoce todo el pueblo, como ella le ha cortado el pelo, pues nada, otro niño totalmente. Tengo que explorar más las inmensas posibilidades de camuflage de un buen corte de pelo, por si decido atracar un banco.
Lo cierto es que le va tan bien el truco que decide expandirse y empieza a quedarse con niños judios de todas las deportadas del pueblo y se los lleva a las monjitas al orfelinato, previo cambio de look y de nombre.
A todo esto se le mete a vivir en casa otro nazi superchungo, que le hace la vida imposible y la viola y le pega palizas. Pero los alemanes pierden la guerra, y el nazi se va a casa y vuelve el marido de Vianne que se ha escapado del campo de concentración. Pero Vianne se ha quedado embarazada del nazi y no se atreve a contarselo a su marido. Y liberan a su hermana de Ravensbruck pero esta muy enferma y la palma.
Me dejo detalles sin contar, sobre todo porque son muy ñoños y solo sirven de relleno. Baste decir que la Guerra fue larga, pero este libro se hace igual de largo.
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