HIGH DIVE - JONATHAN LEE

Siempre he pensado que el mundo de la literatura comete una gran injusticia al no premiar con el Nobel, o en su defecto el Planeta a los esforzados escritores que escriben las reseñas de las contraportadas en las novelas. Claro que en otros casos, el engaño es tan brutal que merecerían quedar relegados a reseñar las obras de Matilde Asensi y Lucía Echeverria.

Ese castigo, si bien cruel, sería leve en el caso de Jonathan Lee. Una se compra su libro pensando que va a leer una novela sobre el atentado del IRA en Grand Hotel de Brighton y se encuentra.... A ver como lo cuento. 

Es la historia del director del hotel, un pobre infeliz al que su mujer abandonó, que vive obsesionado con ligarse a su relaciones públicas y en sus años mozos, antes de convertirse en un fofisano fumador, consumidor compulsivo de patatas fritas, fue campeón de salto de trampolín. Un dato tan absolutamente relevante para el desarrollo de la obra que el autor decidió titularla "High Dive" (salto de trampolín).   Es imposible entender la trayectoria del IRA, más aún, la historia de Irlanda, sin conocer en profundidad los misterios de este deporte. Gracias al señor Lee estoy mucho más versada en el tema. Ya puedo viajar a Irlanda con total tranquilidad. 

Personaje fundamental en la trama, es la hija del director, una adolescente descerebrada, feucha y acomplejada a la que su padre emplea a ratos perdidos en la recepción del hotel, circunstancia que ella aprovecha para cepillarse al barman. La chicuela además se dedica a nadar con pasión.  Otro dato muy relevante en la novela al que el autor dedica largos capítulos. 

Para entonces llevas medio libro sin salir de la piscina y ya empiezas a pensar que igual has confundido la reseña, pero como todo se desarrolla en el Grand Hotel de Brighton, pues te puede la curiosidad de ver como demonios hila el autor la natación y el atentado. Fácil, no lo hace.  Eso si, da a la obra giros inesperados, como el infarto que sufre el director, consecuencia de las porquerias que come y del stress de organizar una Convención política de alto nivel con el personal de Fowlty Towers. 

Queda en tercer personaje, ciertamente necesario, Paddy Mcgee, el terrorista del IRA que colocó a bomba en el baño para que explotase en medio de la convención conservadora de 1984 y se llevase por delante a Margaret Thatcher y su gobierno. Como todos sabemos a Maggie no se le movió un pelo del cardado. 

El cretino integral que describe Jonathan Lee no habría sido capaz de explotar un petardo en las Fallas de Valencia y estaba más preocupado en ligar con la mema de la hija del director que en la bomba. Todo un dechado de discreción. De vuelta a Irlanda, la descripción del IRA, la situación política en Belfast, las tensiones entre católicos y protestantes quedan apenas esbozadas entre divagaciones de borracho y resultan paradójicamente accesorios al auténtico drama de los deportes acuáticos. 

El final no lo cuento, bueno, venga, estalla la bomba (en el último capítulo) pero si queréis saber que pasa con nuestro esforzado director y su hija, tendréis que leerlo. Ya está bien de tragarme yo sola los bodrios. 

1 comentario:

  1. Me encanta tu estilo, les das mucha caña, seguro que no es para tanto ;-)

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